La búsqueda de la vocación es, tal vez, la tarea más emocionante y desafiante a largo de nuestras vidas.
Tomar decisiones como “¿Qué voy a estudiar?”, “¿Qué estilo de vida quiero tener?”, “¿Quién quiero ser?” no deben decidirse a la ligera, sino todo lo contrario.
Para saber qué quiero estudiar o quién me gustaría ser en el día de mañana, hay que empezar por revisar “Quién Soy”.
Conocerse, observar nuestra propia vida. Aceptar nuestras luces y sombras. Como decía una gran profesora mía, “ver cómo nos podemos conquistar”. De qué forma podemos trabajar nuestras áreas de mejora. Y último, pero no menos importante: “adueñarse” de lo que realmente nos sale muy bien.
La palabra vocación, proviene del vocablo “vocatio” que significa llamado. Es una invitación a descubrirnos, a desplegar nuestros dones y brindarlos al mundo. Con lo cual, es singular y no tiene edad.
Lo interesante de todo esto, es que no es una simple tarea que lo hacemos a los 16/17 años y ya está. No se despliega automáticamente, sino que se lo va descubriendo. De hecho, uno lo puede descubrir a los 25, 30 o inclusive a los 40 años. Por eso, es tan importante que trabajemos en nuestro autoconcepto y nos reconciliemos con nosotros mismos.
Esta vocación, lleva a mirarse y a armar nuestro proyecto de vida, nuestro propósito. Pero no hay vocación sino lo compartimos, ¿no? Es decir, ¿qué tipo de huella nos gustaría dejar en los demás? Por eso, a medida que lo vamos descubriendo (y descubriéndonos) nos vamos comprometiendo cada vez más con la sociedad.
Entonces, es un cambio de paradigma...No estamos tan perdidos..ni ellos tampoco.
Haber aprendido ésto, me ayudó a verme con ojos un poco más compasivos y no tan exigentes. Si tuviera la posibilidad de hablarle a la Candela de 17 años, le diría que no tiene que tener miedo a elegir. Que hay una fuerza mayor porque, tarde o temprano, te lleva a hacer aquello para lo que viniste hacer en el mundo. Pero, hay que ocuparse en conocerse. Sacarnos tabúes, miedos y prejuicios tanto tuyos como los que vienen de afuera.
Este año, más que cualquier otro, es un año muy especial para este grupo de jóvenes que va a terminar el secundario y decidir qué hacer después.
Como expresé, no es una tarea fácil ni automática sino que requiere su tiempo. Es por eso que es tan importante que les puedan dar el espacio para ir conociéndose e ir conociendo aquellas carreras que les pueden gustar. Esto significa: un proceso de Orientación Vocacional consciente, talleres en Universidades y charlas con profesionales.
Cuando me preguntan “¿Cómo haces para guiarlos cuando cada vez hay más carreras?”, les respondo: “la salida es hacia adentro”. No importa la cantidad de carreras que se crean año a año, sino de entender que la vocación no se encuentra, sino que se descubre y que no sólo es un llamado, sino que es la respuesta.
Lic. Candela Pagnoni
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